Soy Miyu Takagi. "Miyu" significa "hermosa gentileza", y Takagi es un apellido tradicional que algunos consideran que tiene un aire de dulzura y misticismo. Soy una hechicera especial; dentro de las cuatro categorías de hechiceros que hay en este mundo, estoy en la categoría más alta. Estudio en la escuela de Tokio con varios hechiceros, dentro de los que se encuentran dos compañeros de mi misma categoría: Kaito Ren y Yoru Kage.
Debo admitir que Kaito me atrae mucho. Su cabello blanco y sus ojos color aguamarina lo convierten en un hombre increíblemente apuesto. Tiene una personalidad muy fuerte, probablemente debido a su capacidad para manejar el infinito. Al pertenecer a uno de los clanes de hechiceros más poderosos, ha heredado la técnica de Maldición Ilimitada, una habilidad que le permite manipular el espacio a nivel atómico.
Todas mis compañeras se sienten atraídas por él, pero aunque siempre es muy amable conmigo, parece que para él todas le resultamos indiferentes.
Por otro lado, Yoru Kage es mucho más noble; tiene un corazón inmenso y un fuerte sentido de justicia, siempre dispuesto a proteger a los más débiles. Su poder le permite controlar espíritus malditos y utilizarlos en combate. Lleva el cabello largo, que suele atar en una coleta, y decora sus orejas con pendientes que combinan con su cabello negro, dándole un aire misterioso y cautivador.
Ha conquistado a más de una estudiante con su carisma, y estoy segura de que incluso la profesora de sanación se ha sentido atraída por él.
En este momento, Kaito y Yoru no están en la escuela, ya que fueron enviados a custodiar a una joven. Según lo que sé, ella es una adolescente cuyo destino es fusionarse con nuestro director, un poderoso hechicero encargado de la seguridad de nuestra escuela. Hoy aproveché que no tuve clases debido a su ausencia y fui al centro comercial con mis amigos no hechiceros; me gusta mantener el contacto con mi lado humano. Para evitar que se me hiciera tarde, decidí regresar a la escuela antes de las cuatro de la tarde.
Antes de atravesar el portón de la escuela, noto cómo la atmósfera se vuelve más pesada, percibo la presencia de un hechicero poderoso, alguien que no es de esta escuela. Escucho a Ryota Nakamura intentar hechizar al intruso usando su poder especial, la palabra, con la que puede influir en las acciones de otros. No lo pienso dos veces y activo el hechizo de protección, una cortina mágica que oculta nuestra presencia de los humanos, aquellos que desconocen nuestra existencia como hechiceros.
Cuando comienzo a caminar, un grito me detiene. Es mi amiga Aika Tsukuyomi; ella siempre ha sido muy miedosa, pero su grito esta vez es de dolor. Entiendo que la situación es mucho más grave de lo que pensaba, pues parece involucrar a varios de mis compañeros.
Activo el hechizo de teletransportación y traigo a mis compañeros desde Kioto. Al llegar, primero se sorprenden, pero cuando me ven, entienden que fui yo quien los transportó a la escuela. Renji Takamura me pregunta:
—¿Qué sucede? ¿Por qué nos has traído hasta acá? —pregunta Renji Takamura.
—Necesito su apoyo.
—¿Para qué? —interviene Sakura Fujimoto, hermana de una compañera de otro curso. Ambas han sido repudiadas por sus familias por no ser, según sus parientes, poderosas hechiceras. Las admiro, porque ninguna de las dos se ha dejado amilanar y, contra todo pronóstico, incluso sin poseer los mismos poderes que nosotros, han decidido hacerse un lugar en nuestro mundo. Son de las estudiantes que más entrenan, y podría afirmar que están entre las mejores de ambas escuelas.
—No estoy segura, pero creo que esto es consecuencia de una misión que Kaito Ren y Yoru Kage no lograron culminar.
—¿Pero cómo es posible? Ambos son categoría especial —dice Yui Hoshino, una hechicera que maneja a la perfección la escoba mágica.
—Aun así, no dejan de tener sentimientos, y esta era una misión muy complicada. Involucraba a una niña, y ya sabes que esa es la debilidad de Kaito.
—Tenían que custodiar a la niña que se fusionaría con Kazuma Raiden, ¿verdad? —añade Renji.
—¿La misma por la que ofrecieron una gran recompensa? —pregunta Renji Okada, quien domina los hechizos con sangre..
—Eso es lo que me temo. No pudieron asesinarla, y creo que alguno de los mercenarios ha llegado a la escuela. Así que, aunque normalmente somos rivales, hoy les pido que me dejen liderar lo que sea necesario —digo, y los cinco asienten al unísono.
Nos dirigimos hacia el edificio central, y la escena que se revela ante nosotros es tan terrible, que me toma un segundo recuperar el control. En el centro del edificio está Daiki Moriyama con sus lobos, enfrentándose a alguien que se parece mucho a él; creo que es su padre, el hombre que lo abandonó de pequeño. A un lado, veo a Ryota Nakamura sin un brazo; al parecer intentó intervenir, pero no salió bien librado. Al fondo, Sayuri Tanaka y Misaki Fujimoto están exhaustas; los muñecos vudú de Sayuri están esparcidos por el suelo, mientras Hikaru Yoshida intenta auxiliar a Misaki, que está sangrando.
En un plan diferente, veo a una niña. Creo que es quien debería fusionarse con Kazuma Raiden, nuestro protector y hechicero encargado de la seguridad de la escuela. Él es el director, y como les había dicho antes, quien mantiene cada una de las barreras que protegen nuestro plantel. A su lado están Kaito Ren y Yoru Kage, los veo malheridos, tratando de proteger a la niña. Una vez entiendo la situación, retomo el control y comienzo a dar órdenes a mis compañeros:
—Natsumi Kuroda y Yui Hoshino, ustedes dos, busquen el brazo de Ryota. Aprovechen la escoba de Yui para observar desde arriba y localizarlo. —Las dos asienten y salen volando lo más rápido posible.
—Renji Okada, vamos a necesitar tus hechizos de sangre, así que prepárate; necesito que estés listo. —Él asiente y se concentra.
—Sakura Fujimoto, revisa a tu hermana y ayuda a Hikaru Yoshida. Necesitamos saber cuán herida está Misaki.
—Y tú, más tarde necesitaré tu fuerza —le digo a Renji Takamura.
—Estoy aquí para lo que necesites —me responde con la misma seguridad con la que enfrenta todo en su vida, rasgando su camisa y dejando al descubierto su espalda tatuada. Renji no suele simpatizar con los demás; su amor por las figuras pop y su obsesión por el entrenamiento constante lo han convertido en un hechicero solitario.
Dirijo mi atención al hombre que parece haber causado todo este desastre mientras me acerco a donde está Daiki.
—Ahora tú... creo que eres mi primer problema —le digo, posicionándome entre Daiki y el hombre.
—¿Vas a interrumpir este momento entre padre e hijo? —responde con una sonrisa sarcástica el hechicero.
—Es atrevido de tu parte llamarte "padre". A lo sumo, has sido un donante de esperma, nada más. Aunque, te agradecemos los genes que le diste a Daiki; ha salido realmente apuesto. Padres han sido los profesores, compañeros y amigos —le contesto, colocándome firmemente entre él y Daiki.
—Hazte a un lado. Este es mi problema —insiste Daiki, con la mirada cargada de ira.
—En ningún universo permitiría que asesines a tu "padre". Esto NO es Star Wars.
—Miyuki, no... —me dice frustrado, sabiendo que tengo la voluntad de mil hombres y que no retrocederé.
—¿Tienes algo que decirle a tu "padre"? La situación no aguanta un minuto más —le digo, comenzando a conjurar un hechizo para neutralizarlo.
—No. Como has dicho tú, no es mi padre.
—Si lo mato, ¿eso afectará nuestra relación?
—No —responde con firmeza. Acto seguido, procedo a neutralizar a su "padre", aprovechando para extraer cualquier poder que pueda servirle a Daiki. El proceso me roba parte de mi energía y abre un par de heridas en mi brazo, pero debo seguir; ninguno de mis compañeros está en condiciones de hacerlo. El dolor empieza a hacer mella en mi cuerpo, pero no puedo parar.
Cuando el "padre" de Daiki desaparece, miro hacia donde está la joven. Puedo ver la tensión en su rostro mientras abro el portal para fusionarla con Kazuma Raiden. Ella me observa y dice:
—Yoru me prometió que podría vivir más tiempo, me dijo que él y Kaito me protegerían y que... que... —Se le enreda la lengua por el miedo.
Me sorprende la cercanía con la que se dirige a un superior; parece que su fin de semana con mis compañeros estuvo lleno de experiencias personales. Admito que me da un poco de celos, pero controlo mi mal genio. Miro a Yoru y le digo:
—No hay nada más cruel que ofrecer esperanza a quien nunca la tuvo. Yo no soy él, y si por lo general tengo la mecha corta, hoy no hay mecha alguna. Tengo un compañero sin un brazo, dos heridos graves, media escuela destrozada y tuve que traer refuerzos desde Kioto. Así que decide: o te fusionas o te mato. —Amplío el portal, intensificando la presión.
Ella mira a Kaito, pero él parece tener ojos solo para mí, lo cual dice mucho, ya que sus ojos lo ven todo.
—No queda mucho tiempo. Debes decidir: morir ahora o vivir para siempre fusionada con las barreras y con Kazuma Raiden —le digo con firmeza.
Ella busca la mirada de su acompañante, una mujer que parece haberla criado desde que quedó huérfana, y se abraza a ella. Al comprender la conexión entre ambas, intervengo y le pregunto a la mujer:
—Puedo fusionarte con ella. No sé si soportarás la presión, pero puedo intentarlo.
Sin dudarlo, responde:
—Estaré con ella el tiempo que me quede de vida. Por favor, hazlo ya.
Miro a Renji Takamura y le digo:
—Es tu momento. No dejes que me fusione con ellos.
—¿Lo has hecho antes?
—Sí.
Él levanta una ceja y pregunta:
—¿Y cómo salió el hechizo?
—La última vez, me fusioné con el objeto por dos días.
—Eso no me tranquiliza.
—No hay tiempo —respondo, sintiendo cómo la energía me abandona. Matar al padre de Daiki y abrir el portal me han pasado factura. Renji corre hacia mí, me abraza y dice:
—No dejes que nos fusionemos con el viejo milenario. Además, en unas horas hay un concierto en Tokio de mi artista favorita, y no me perderé la oportunidad de verla en vivo.
Comienzo el hechizo y siento cómo la niña empieza a fusionarse con Kazuma. Todo parece fluir, hasta que, en medio del proceso, Kazuma intenta fusionarse conmigo. No esperaba que hiciera esto; se suponía que sería solo la niña. Lucho contra él con todas mis fuerzas.
—No me hagas esto, Raiden —gruño, mientras veo a Renji sufrir por el esfuerzo de evitar que me fusione. Le sangran los brazos, y el espacio es un caos; el portal está abierto, y mis compañeros retroceden para no ser succionados. Raiden es demasiado fuerte. Siento un dolor punzante en cada fibra de mi ser, como si Kazuma intentara devorarme desde adentro. Es como si mis propios huesos estuvieran ardiendo. Lucho por mantener mi consciencia, enfocándome en el rostro de Kaito, en lo que me mantiene humana... pero la voz de Kazuma resuena en mi mente, tan fuerte que casi ahoga mis pensamientos.
—¡Suéltame! —le ordeno a Renji.
—No —me responde, y veo cómo su piel empieza a desgarrarse en el brazo.
—No podemos contra él. Si me dejas ir, solo yo me fusionaré. Hazme caso. —Siento que alguien empuja a Kazuma y toma su lugar. Es un hombre de brazos fuertes que me sostiene. Aprovecho la fuerza y la confianza que me transmite para continuar con el hechizo de fusión, pero mientras intento finalizarlo, me desmayo en el último momento de la fusión. La oscuridad me envuelve, y siento que Kazuma me arrastra hacia un abismo sin fin. Casi dejo de luchar. Pero, en el último momento, una imagen brilla en mi mente: Kaito, con su sonrisa suave y sus ojos aguamarina. Es una visión de luz en medio de las tinieblas, recordándome por qué debo seguir. Aúno todas mis fuerzas y, con un último grito de desafío, empujo a Kazuma fuera de mi ser.
No sé cuánto tiempo pasè inconsciente, pero cuando empiezo a volver en mí, me encuentro arropada por unos brazos fuertes y siento unos labios posarse sobre los míos y lágrimas cayendo en mi rostro. Abro los ojos y veo a Kaito Ren besándome. Le devuelvo el beso y el abrazo. Al principio, se sorprende, pero luego me besa con más pasión. Me siento en el paraíso, hasta que le detengo para preguntar:
—¿Nos fusionamos con Raiden?
—No, estás en mi dominio. (1)
—¿Extendiste tu dominio? (2)—pregunto, asombrada.
—Así es. No puedes soltarme —dice con una sonrisa.
—No pensaba hacerlo. —Entiendo que Kaito puso su vida en peligro, que podría haberse fusionado conmigo o, peor, haber muerto.
—Podrías haberte fusionado conmigo... o podrías haber muerto.
—Prefiero vivir una vida fusionado contigo a una vida sin ti.
—¿El gran Kaito se ha enamorado? ¿No eras tú quien decía: “No hay maldición más retorcida que el amor”?
—Al parecer, me has maldecido para siempre.
—Una pena.
—¿No te agrada la idea? —me dice, algo extrañado.
—Si nos hubiéramos fusionado, viviríamos para siempre juntos.
—Es que viviremos siempre juntos.
—¿Cómo? —le pregunto, con una sonrisa llena de esperanza.
—Nuestro amor vivirá para siempre. Comenzaremos una vida llena de amor y miles de hechizos. —Y sella su promesa con un beso, un beso lleno de magia.
Fin.
Nickinaihaus
Nickole Naihaus
Nickole Naihans
P.D. Quiero aclarar que es una historia de ficción producto de la creatividad mía, no pretende otra cosa que entretener al lector. Y que se ha inspirado en uno de mis animés favoritos Jujutsu Kaisen.
(1) Dominio simple es una técnica maldita, la que se utiliza energía maldita. para construir un espacio cerrado. que cubre una determinada área circundante. que permite inutilizar cualquier tipo de técnica.
(2) Es una técnica en donde el usuario que expande su Dominio, atrapa a su objetivo dentro de unta barrera, la cual le permite potenciar su técnica maldita y le garantiza que sus ataques siempre impactarán en el blanco. https://www.mundodeportivo.com/alfabeta/series/que-es-y-como-funciona-la-expansion-de-dominio-en-jujutsu-kaisen
(3) Esta frase fue dicha por Satoru Gojo en Jujutsu Kaisen 0. https://www.dexerto.es/peliculas-series/jujutsu-kaisen-las-12-mejores-frases-de-satoru-gojo-1526494/
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