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El mariachi

Actualizado: 21 nov 2020


Estoy segura de que si corro las últimas dos cuadras, podré ganarle a la lluvia y llegar a mi casa sin mojarme. Siento las primeras gotas de lluvia caer en mi cabeza y en parte de mi cuerpo, por lo que aprieto el paso recordando que justo hoy olvide mi sombrilla en la entrada del apartamento, por salir de prisa. Mientras comienzo a correr, puedo ver a mi derecha subir en su bicicleta al guardia de seguridad del cuadrante, quien me detiene para preguntarme:


- Señorita Sara, buenas tardes ¿necesita que le traiga un paraguas de la portería de su edificio?

- No se preocupe, ya estoy a nada del edificio. -Le digo deteniéndome por unos segundos, para contestarle.

- De hecho está a cuadra y media del edificio y la lluvia está encima de nosotros. -Me recuerda.

- De verdad que estoy bien William, corro un poco y de seguro que alcanzo a llegar sin mojarme mucho. -Le digo con la intención de continuar mi camino.

- Está bien, cualquier cosa la acompaño desde la calle. -Me dice mientras hace exactamente eso, me acompaña con su bicicleta.

- Muchas gracias. -Le digo y comienzo a correr lo más rápido que puedo hasta el edifico donde está mi apartamento.


Paso el edificio de la esquina de mi casa, al cual le sigue el edificio de baldosas negras y sé que ya sólo me quedan dos edificios para llegar. Una vez diviso la fachada del edificio donde vivo, alcanzo a ver en la entrada a unos cantantes muy bien vestidos, son unos Mariachis bastante elegantes, la tela y los apliques de sus trajes me permiten concluir que se toman su trabajo muy en serio. También veo al novio de una de las mujeres que vive en el edificio, de hecho creo que es quien ha traído la serenata, les saludo con cordialidad y justo antes de cruzar la entrada, un chorro de agua helada me cae en el cuerpo.


- Error de principiantes. -Me dice uno de los cantantes, mientras se acerca para ofrecerme su pañuelo.

- ¿Disculpe? -Le pregunto aún desconcertada por el chorro de agua que he recibido, mi cerebro no logra procesar muy bien la cadena de eventos que me ha llevado a estar completamente empapada, considerando que jamás llueve con esa intensidad de uno momento para otro, al menos no en esta ciudad.

- Siempre hay que tener una distancia moderada entre el edificio donde reside la persona a quien se le va a cantar y el lugar donde se va a dar la serenata. -Al ver mi cara de desconcierto continua su explicación.

- Esto con el fin de evitar que mujeres y hombres impulsivos y ... digamos que poco educadas, le lancen a uno cubetas con agua fría, a manera de agradecimiento por la serenata. - Lo último me lo dice indicándome el apartamento de donde me lanzaron el agua helada, pero no logro ver quién ha sido la persona que me ha mojado.

- ¿Es decir que alguien me ha lanzado un cubo...?? -No logro terminar la pregunta, porque el cantante me interrumpe.

- De agua helada. - Me confirma el Mariachi, a quien una vez me he secado el agua de la cara puedo ver con claridad. Es un hombre realmente imponente, debe medir al menos un metro ochenta, lo digo porque nos separa una cabeza de distancia y hoy estoy con plataformas, por lo que yo debo medir 1.70. Tiene un aspecto muy varonil, como Jorge Negrete, el cantante y actor mexicano.

- Repito mi pregunta, ¿alguien ha tenido la poca clase de lanzarme un cubo ...? -No puedo terminar la pregunta, porque sale del edificio el guardia de seguridad, con una toalla en la mano.

- Señora Sara, ¿está usted bien? -Me dice, tendiéndome la toalla.

- A parte de estar mojada, un poco congelada, desconcertada y en este momento un tanto enfadada, creo que me encuentro bien. -Le digo, retirándome el pañuelo que me ha ofrecido el cantante de la cara, momento en el cual, el hombre se acerca y me pone de nuevo el pañuelo en la frente, de manera presurosa.

- Al parecer algo más venía en el cubo. -Me dice a manera de explicación por su reacción.

- ¿¿Cómo?? - Le pregunto aún más desconcertada.

- Te está sangrando un poco la cara. -Me dice de manera tranquila.

- No puede ser, lo que me faltaba es que me tuvieran que coger puntos en la cara. -Le digo angustiada, comenzando a sentirme un poco mareada.

- A ver, no tenemos porque exagerar, una cosa es tener un poco de sangre en la frente y otra muy distinta que te tengan que coger puntos. Espero que, de la sangre a los puntos tengamos un camino largo por recorrer.

- Debido al resultado que nos espera, te molestaría recorrerlo a ti solo, la verdad es que me encuentro un poco cansada. -Siento que me quedo sin fuerzas, mientras unos brazos realmente fornidos me agarran por la cintura.

- ¿Es posible que no te desmayes? -Me pregunta el cantante, abrazándome para evitar que me caiga al suelo.

- Sara, ¿estás bien? -Me pregunta el exnovio de la mujer que me ha arrojado el cubo.

- Disculpa, Disculpa - Oigo que grita una mujer desde el interior del edificio, creo que es la inquilina del 402, pero no estoy segura.

- Por favor, ¿nos dan un poco de espacio? -Les pide el cantante a todas las personas que nos están rodeando, que al parecer cada vez son más, mientras me toma por las rodillas y la espalda, alzándome del suelo para llevarme dentro del edificio, ahora que ha comenzado a llover.

- Disculpe, pero no puedo dejarlo pasar sin autorización. -Dice el guardia de mi edificio.

- Mmm ¿y qué hago con la dama en apuros? -Pregunta con una sonrisa preciosa en la boca.

- Creo que vamos a tener que revisar tu herida en la mitad de la cara, por lo que te pido encarecidamente que no te desmayes. -Me dice el cantante.

- La verdad estoy muy arrepentida, no sé qué me paso. -Dice la mujer del apartamento 402, una mujer bastante grosera, de quien no me extraña este comportamiento.


La verdad es que no me encuentro bien, por lo que con las pocas fuerzas que me quedan le pregunto:

- Jorge Negrete, ¿no eres un asesino en serie?, ¿verdad?.

- Sería el primero en actuar con tanto público y tan arreglado, por cierto me llamo Sebastián. -Me responde con humor.

- Lo segundo no es cierto. -Le digo, pero al ver que no entiende mi afirmación le aclaro.

- ¿Te acuerdas el asesino que se disfrazaba de payaso? y por cierto mucho gusto soy Sara.

- ¿El de IT, la película? -Me pregunta al entender mi comentario.

- El que inspiro la película, John Wayne Gacy era el asesino disfrazado de payaso que cometió sus crímenes durante la década de los 70, de hecho en 1994 fue ejecutado por la muerte de 33 jóvenes, a quienes encontraron algunos enterrados en su casa y se cree que otros fueron lanzados al río Des Plaines, en Illinois.

- Al menos sabemos que no sufriste una contusión cerebral. -Me dice.

- ¿Por? -Le pregunto.

- La claridad mental que tienes para recordar justo en este momento el número de víctimas, el nombre y bueno todos los datos que me acabas de decir. Ahora sobre si soy asesino serial, espero verme menos gordo y espeluznante que el payaso.

- Eres algo más apuesto que Bundy. -Le contesto.

- También soy más encantador. -Me responde.

- Espero que menos mortal.

- No tendría porqué, a diferencia de él, yo si logro lo que me propongo y de hecho aunque suene bastante pomposo, soy un hombre de éxito, que espera que al final de esta aventura, sea quien se haya quedado con la mujer.

- Un hombre que canta rancheras, ¿tú también estás enamorado de la mujer del 402? -Le digo con un poco de desilusión, me había parecido además de apuesto, encantador.

- De hecho es mi socio, es sólo que también tiene un grupo de Mariachis, que no sobra mencionar es de lo más costoso que puedas encontrar. -Dice el novio o exnovio de mi vecina.

- No sobra decir que valemos cada peso que cobramos y no, no me gusta la mujer del 402. -Me confirma.

- Entonces, ¿con qué mujer quieres quedarte? -Le pregunto.

- No te importa que cante rancheras.

- La verdad me importa más lo de la mujer, los hombres de éxito siempre tienen sus extravagancias. -Mi comentario le hace reír.

- Bueno o te atendemos en la calle o...- Me dice.

- Jaime por favor deje pasar a los mariachis y al exnovio de mi vecina, al parecer van todos a mi apartamento. -Le digo, mientras nos abre paso y pasamos todos en frente de mi vecina a quien le digo.

- Espera que tengo que decirle algo a la vecina. -Le pido a Sebastián que se detenga un momento.

- Si hubiese sido cualquier vecino habría podido dejar pasar el incidente, pero como eres tú, la mujer que ha humillado a todo el personal del edifico, la misma que le cerró las puertas del ascensor a la abuelita del 702 lesionándole un brazo, puedes esperar mi queja al consejo del edificio.

- Y la demanda presentada por nuestro buffet. - Dice Sebastián.

- ¿¿Buffet??

- De abogados, somos Estrada, Michaels asociados. -Una firma realmente reconocida en el país.

- ¿Vas a dejar que me demanden? -Le pregunta mi vecina a su exnovio.

- Seré yo quien presente la demanda, no sabía lo de las humillaciones y lo de la señora del 702, como dijo Muhammad Ali No confío en alguien que es amable conmigo pero grosero con el mesero, porque me trataría igual si yo estuviera en esa posición.

- Pero hace unos minutos querías regresar.

- Los tiempos cambian, así que tranquila, lo nuestro termino, pero seguro nos vemos el lunes cuando te traiga la demanda. - Dice el exnovio a mi vecina, mientras Sebastián entra conmigo en el ascensor y lo cierra dejando al resto de sus compañeros por fuera.

- Ustedes suban en el siguiente. -Les dice.

- Y la mujer que te interesa. - Le pregunto.

- Mira que al final si vas a tener la contusión cerebral.

- ¿Por? -Le preguntó.

- Porque la mujer que me interesa eres tú.


Nickole Naihaus L.



Nickole Naihans L.

Nickinaihaus.



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