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El sobre misterioso

Actualizado: 21 nov 2020


Es una mañana hermosa, no hay una nube en el cielo y el sol me saluda desde la ventana de mi habitación. Hoy es un día importante para mí, porque es el día en el que debo recibir una carta que cambiará el resto de mi vida. El sonido del citófono me saca de mi ensoñación, por lo que presurosa me dirijo a la cocina a contestarlo:

- Señorita Brisa llegó un sobre para usted. -Me anuncia el guardia de seguridad.

- Disculpa Malagón, ¿es un sobre grande?

- Si señora, tamaño oficio, de hecho…

- Ya bajo, dame unos minutos. -No le doy tiempo a que me diga algo más, una vez cuelgo el citófono salgo corriendo al baño.

La ansiedad no me permite tomarme mucho tiempo en arreglarme, saber que mi futuro me espera en forma de un sobre tamaño oficio, justo en la portería de mi edificio, hace que me bañe en menos de 5 minutos, debo admitir que aunque trato de ser ecologista, me cuesta mucho no demorarme en la ducha el agua calientita siempre me seduce y termino gastando algo más de lo debido. Salgo corriendo a mi vestier, menos mal queda frente al baño, reviso los diferentes atuendos y escojo uno sencillo, unos jeans azul claro ajustados, sin estampados, algo sobrio pero alegre, el cual combino con una camisa rosa con cuello blanco y estampados con unas flores blancas pequeñas; el pelo me lo recojo en una trenza que me cae por el hombro derecho, a esto le sumo un poco de pestañina y brillo de labios y estoy lista para recibir lo que espero sean buenas noticias. De camino a la sala, tomo unas zapatillas bajitas blancas que había dejado ayer en la puerta, me gustan porque son cómodas para caminar, en caso de que deba hacer alguna diligencia después. Todo esto lo completo con mi chaqueta favorita de cuero y el bolso Chanel, que mis padres me dieron de cumpleaños el año pasado.


Recojo las llaves de la casa que están en el mostrador de la cocina, tomo un sombrilla del paragüero de la entrada, porque en esta ciudad nunca se sabe cómo puede variar el clima y me dirijo a la recepción a recoger el sobre tamaño oficio. En el ascensor me encuentro con mi vecino Luis, es un hombre joven, tiene una empresa de aplicaciones móviles, vive en el piso de abajo al mío, con su esposa Magda, cocinera de vocación y oficio, se gana la vida haciendo envíos a domicilio, mientras cuida de su pequeño de 3 años:

-Brisa, que alegría encontrarnos.

- Luis somos vecinos, si me necesitas, sabes que estoy a un timbre de distancia.

- Gracias, por el ofrecimiento y por el ungüento que me recomendaste, tal como me dijiste, me ayudó con el dolor, la rasquiña, bueno con las quemaduras de sol de Andrés. -Andrés es un pequeño encantador, aunque algo travieso, no por eso menos noble y educado. Justo la semana pasada, mientras Magda y yo tomábamos un pequeño picnic en la terraza del edificio, el pequeño se paseo sin pantalones a pleno sol por todo el espacio, tratando de rebelarse de la tiranía de su mamá, quien quería darle brócoli como relleno de su sánduche, la aventura terminó, con un Andrés cansado e insolado en sus nalgas y piernas.

- Es un gusto, ¿al final ganó la tiranía? -Me rio recordando el episodio y como el pequeño le decía a su mamá tirana.

- Ya lo sabes bien, no sé de donde saca el pequeño tantas palabras. -Nos reímos. -Debo admitir que me encanta tener una enciclopedia de remedios caseros a un timbre de distancia.

- Mis conocimientos están a tus órdenes.

- Por cierto, antes de que lo olvide, Magda te cocinó unas galletas, a manera de pago, para que pases por ellas cuando quieras.

- No era necesario pero… ¿son las galletas de canela que tanto me gustan? -Son las delicias más ricas que haya probado en mi vida.

- En efecto lo son. -Llegamos a la portería y me despido de mi vecino, quien se dirige al sótano.

- Te veo en la noche cuando pase por mis galletas. -Le digo con una sonrisa.

- Te estaremos esperando con un delicioso estofado. -Ellos siempre me invitan a cenar en su casa, cuando saben que mis padres están de viaje, como ahora.

La portería queda a la derecha de la salida del ascensor, por los que cuando giro en esa dirección, con el fin de encontrarme con mi futuro, mi mirada se tropieza con un hombre muy alto, como de 1.86, tiene una gabardina de color beige, unos zapatos modernos de color negro, no son botas militares, pero tampoco son zapatos mocasines, son un híbrido, tiene el pelo negro, corto, no puedo verle la cara porque está ubicado fuera del marco del espejo que hay detrás del mostrador de recepción.

- ¿Quién es el hombre de la gabardina? -Me preguntó.

- El señor viene a verla a usted, señorita Brisa. -Me contesta Malagón, confirmando que la pregunta no solo la pensé, sino que también la dije. El señor se voltea y me permite ver que es un hombre de origen oriental, de ojos negros a juego con el pelo, el cual tiene cortado como la mayoría de actores de las series de televisión, es decir con el cabello sobre el rostro y con un ligero volumen superior, que se da natural al caer el cabello sobre la cara. La gabardina color beige la tiene abierta por el frente, por lo que puedo ver que tiene un saco negro, que le cubre parte de la camisa blanca y una corbata de cuadros. Al mirar el sobre que tiene en las manos, puedo ver que en ellas porta más de un anillo.

- ¿Señora Birsa? -Me dice haciendo una genuflexión para saludarme. La curiosidad me ha dejado pasmada, por lo que solamente puedo asentir y devolver el gesto de genuflexión.

- No me imaginaba que tras su carta, me encontraría un mujer joven, contemporánea como usted.

- Disculpe, ¿cuándo le he escrito? -Ha sonado más grosero que lo que pretendía.

- Hace dos meses señora Birsa, pero por un error en correspondencia de mi empresa, solo hace dos semanas, recibí la carta en mi escritorio.

- Disculpe no es Birsa, es Brisa y en realidad no le conozco, disculpe la franquesa, pero no sé quien es usted.

- Soy Qiang He Di. -El nombre me suena familiar, pero no sé dónde lo he oido antes.

- Soy el dueño de laboratorios Quiang XiXi. -Su respuesta me lo dice todo, este joven apuesto, tiene un sus manos el sobre que cambiará mi vida, lo que aún desconozco es si lo hará para bien o para mal. Justo cuando le voy a preguntar, recuerdo dónde he visto ese nombre antes.

- Es usted el investigador que escribió sobre la hibridación de las orquídeas, para extraer las esencias de la planta, que favorecen la revitalización de todas las células del organismo, además de aliviar desórdenes emocionales e influir indirectamente en las enfermedades, como tratamiento de apoyo en la medicina integrativa. -no lo pregunto, sino que lo afirmo con admiración.

- Me honra usted al haber leído mi trabajo.- Vuelve a repetir la genuflexión, lo que hace que yo repita el gesto, antes de decirle.

- Podríamos dejar las genuflexiones por un momento, no he desayunado y si sigo me voy a marear. -Mi comentario le hace reír y acto seguido, en un gesto de anarquía contra mi comentario, vuelve a realizar la que espero sea su última genuflexión.

- Puedo preguntarle, ¿A quién va dirigido el sobre que tiene en sus manos?

- Espero que a usted señorita Brisa.

- Tenemos la misma edad, puede decirme Brisa.

- Y usted puede tratarme de tú y decirme Hedi. -Ahora que puedo verlo con detenimiento, me parece impresionante que sea un científico reputado a tan temprana edad.

- Te molestaría entregármelo. -Le digo señalando el sobre.

- Un poco. -Su respuesta me desconcierta, lo que debe notarse en mi rostro porque continua diciendo. -Me temo que si te lo entrego, puede que pierdas el interés que has mostrado hasta el momento por mi persona. -Me dice sonriendo.

- Como si fuera posible. -La sinceridad en mi respuesta, le hace levantar una ceja a modo de interrogación, mientras mis mejillas se ponen tan rojas, como los tomates maduros. -Digo porque…-no se me ocurre nada para enmendar mi comentario.

- Tengo una pregunta que hacerte, antes de entregarte el sobre que tengo en mis manos.

- Dime.

- Si te entrego el sobre, ¿saldrías conmigo?

- Antes de responder puedo preguntar algo.

- Claro.

- Si salgo contigo, puedo trabajar para ti.

- Mi madre fundó la compañía hace 50 años y contrató a mi padre para administrarla, le tomo 3 años y 5 pruebas, convencerla de que no estaba detrás de su dinero, pero llevan casados 47 años.

- Eso es un…-No estoy para deducciones.

- Eso es un si, si tu quieres.

- Entonces, me puedes invitar a un pan de chocolate de la panadería francesa de la esquina.- Le digo invitándole a salir por la puerta de la recepción.

- ¿No quieres saber que hay en el sobre? -Me dice desconectado por mi cambio de actitud.

- Ya me lo dijiste.

- ¿Cuándo?

- Cuando te pregunte si podía trabajar y salir contigo. -Mi respuesta le hace reír. -Pero si prefieres que te lo diga, tu respuesta me confirmó que en el sobre tienes la carta de aceptación para mi proyecto de investigación, acerca de la hibridación de rosas para fines medicinales. A la fecha, la mayoría de hibridaciones se hacen para obtener más pétalos, tallar la forma del botón y ampliar la gama de colores. Pero desde un tiempo acá, he notado por medio de mi investigación en el laboratorio de la facultad de química, que ellas también tienen propiedades regeneradoras celulares, son astringentes, cicatrizantes y tonifican la piel, entre otras propiedades.

- Puedo oír la misma pasión que leí en tu trabajo, me alegra saber que no me equivoque y que mi viaje no ha sido en vano. -Una vez dice esto, me ofrece el brazo para que camine a su lado, mientras se pone a mi altura.

- Y yo me alegro de que trajeras el sobre que me ha cambiado la vida para mí. -Lo que no le digo, es que deseo con todas mis fuerzas pasar los 3 años y las 5 pruebas, que me llevarán a vivir 38 años de felicidad al lado del hombre que cree como yo, en la hibridación de flores con fines medicinales.



Nickole Naihans L

Nickole Naihaus L

Nickinaihaus

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