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La llave

Actualizado: 21 nov 2020


Estamos todos comiendo, hemos tenido unos días agotadores, hace no menos de un mes estábamos cruzando la cordillera de los Andes en plena Campaña Libertadora, algunos a caballo, otros a pie, algunos han tenido que cargar a compañeros mal heridos al hombro, pero todos lo hemos hecho con perseverancia, constancia y determinación. Las mujeres tratamos de hacernos livianas, de colaborar y aportar en lo que podemos, buscamos la forma de ser fuertes por la causa y de resistir las inclemencias del terreno y del clima. Ahora que estamos tan cerca de la capital y por ende de la batalla que nos llevará a la independencia, tengo sentimientos encontrados, primero de jubilo por lo recorrido, luego de tristeza por los compañeros que dejamos atrás, algunos muertos, otros tan malheridos que lo único que podíamos hacer es dejarlos al cuidado de hombres y mujeres de bien; y por último de incertidumbre y zozobra de pensar en lo que está por venir.


Cuando Sebastián decidió unirse a la lucha por la independencia de los Españoles, yo no podía hacer otra cosa que seguirlo hasta donde la aventura nos llevara. Él no sabe que lo amo desde que era una pequeña con trenzas y vestidos con enaguas y flores, de hecho creo que lo he amado desde que tengo uso de razón o al menos memoria. Nuestros padres eran ambos hacendados y mejores amigos, por eso siempre coincidíamos en cumpleaños, fiestas de aniversario, celebraciones y ferias en el pueblo y en nuestras haciendas. Sebastián tiene la misma edad de mi hermano Martín y cuando éramos niños, con quien desde siempre ha tenido una amistad cercana, por eso siempre que venía a mi casa a jugar con mi hermano, yo lo perseguía por los campos, tratando de unirme a sus juegos, de atraer la atención de Sebastián, quien siempre acudía a rescatarme y sanarme cuando me caía o recibía algún golpe por tratar de alcanzarlos. Pero para mi desgracia, el hecho de que Sebastián es el mejor amigo de mi hermano y de que me conoce desde que era una bebé, ha hecho que él siempre me haya visto como una hermana pequeña, algo que me ha fastidiado toda la vida, porque con el pasar de los años he tenido que verlo cortejando a más de una jovencita y ofrecerle más de una atención y algún beso a varias señoritas.


Como siempre he sido buena en la cocina, una vez fuimos reclutados por el ejército independentista, decidí unirme al grupo de mujeres encargadas de la cocina y de servir a nuestros compañeros. Hoy es mi turno de servir la cena, por lo que me encuentro en medio de nuestro improvisado comedor sirviendo a mis compañeros de lucha, la poca ración de comida que tenemos. Me estoy acercando a la mesa de los comandantes cuando veo a los pies de mi General Simón Bolivar una llave y no puedo evitar preguntarme ¿qué hace aquella llave debajo de la bota de mi General?, tiene la misma forma de las llaves que usamos para proteger los depósitos de pólvora y las armas en la finca, es más creo que es la misma que se usaba para abrir y cerrar la puerta de aquel depósito de la casa alta de la hacienda San Mateo, la que es propiedad del General Simón Bolívar, mi padre me llevó algunas veces cuando era más joven. Me acerco con la intensión de mirarla más de cerca, aunque estoy segura de que mis ojos no me engañan y es esa llave en particular, siento la necesidad de cerciorarme, porque lo último que supimos de dicho depósito, es que es el mismo del capitán Antonio Ricaurte que en paz descanse, le prendió fuego a la pólvora y lo hizo volar el 25 de marzo de 1814. Fue un evento que aunque le subió la moral a la tropa, a mí me entristeció mucho porque allí pereció él y aquellos que se hallaban dentro del recinto.


- Magdalena ¿qué busca en el piso?, ¿no serán reales? -Me pregunta mi general.

- No mi General, lo que pasa es que venía a servirles la comida y pude ver en el piso...-Antes de que pueda terminar de hablar, Sebastián recoge la llave y me interrumpe.

- Disculpe mi General, lo que pasa es Magdalena está distraída, seguro que pensando en su enamorado. -Dice en tono jocoso, tomándome por el brazo para que le siga.

- Sebastián yo de usted me apresuraba a conquistar ese terreno, no sea que alguno de nosotros más osado que usted, puede comenzar a cortejar a Magdalena, recuerde que El gran poder existe en la fuerza irresistible del amor.

- En eso estoy mi comandante, en eso estoy. -Le dice entre dientes, mientras intenta llevarme a otro lugar, alejado de los oídos de los compañeros.

- Sebastián espere, ¿Para dónde se lleva a Magdalena? y más importante aún ¿para dónde se lleva nuestra comida? - Le pregunta uno de los comensales sentados con el General.

- Perdone mi comandante, ya le ayudo a servir rápido a Magdalena. -Se acerca a coger el cuenco que tengo en mis brazos, pero es interrumpido por una amiga mía.

- Sebastián usted no podría servir ni un banano sin regarlo, déjeme y le ayudo. -Le dice Valentina, tomando el cuenco de mis brazos.

- Gracias. -Le dice Sebastian y me lleva con él a otro lugar.

- Vaya a conquistar esas tierras antes de que alguno de nosotros lo haga. -Es lo último que oigo decir al compañero que está sentado con nuestro General.


En un lugar algo apartado, en medio de las montañas, lejos de los oídos chismosos de nuestros compañeros, Sebastián nos detiene y me mira con rabia, curiosidad, cariño, la verdad no logro identificar los sentimientos que se albergan en su mirada. Espero a que me diga algo pero no sale palabra de su boca.


- ¿Querías decirme algo? -Le pregunto.

- ¿Por qué? ¿Por qué siempre has tenido que ser tú? -Me dice confundido.

- ¿¿Siempre yo?? -No me dice nada, por lo que insisto.

- ¿Siempre yo qué?- al ver que está pensando le pregunto.

- ¿Por qué recogiste la llave?, ¿Por qué no me dejaste preguntar de quién era?, ¿Qué abre esa llave?, ¿De quién es?

- ¿Por qué me seguiste en esta travesía?, ¿Por qué siempre me has seguido?, ¿Por qué siempre tienes que ser tan curiosa? -Parece molesto o tal vez cansado.

- ¿Siempre has tenido esa costumbre tan irritante? -Mi pregunta lo desconcierta.

- ¿Cuál?

- La de responder una pregunta con otra. -Mi respuesta le ha sonreír.

- Desde pequeño, ahora podrías tú ser menos irritante que yo y contestar mis preguntas. -Una vez le oigo decido que es hora de ser valientes y decirle lo que siento, luego de todos estos días de campaña he descubierto que la vida es incierta y el mañana no se sabe que nos pueda deparar.

- Porque no tenía otra opción, porque siempre te he amado y porque La curiosidad de conocer las cosas ha sido entregada a los hombres como un castigo (1). -Le contesto de manera atropellada.

- Porque la llave guarda un secreto que podría desmoralizar a la tropa, porque no quiero que te metas en problemas con los comandantes, el depósito de la casa alta de la hacienda San Mateo y es del General Simón Bolivar. Ah y por cierto, yo también te he amado desde pequeño, aunque no me lo hayas preguntado. -Me responde de la misma manera atropellada.

- Pero no se supone que ese depósito fue el que mi capitán...

- No, Ricaute murió el 25 de Marzo, la verdad es que encontramos el cadáver con mi general en la bajada de San Mateo, creemos que estaba retirándose con los suyos cuando lo mataron.

- No puede ser... Osea que no es un mártir de la patria.-Digo confundida.

- Lo es, pero la verdad es que murió de un balazo y un lanzazo. Cuando lo encontramos estaba tendido boca abajo, ya muerto con las espaldas quemadas por el sol. (2)

- Pero y el depósito, porque...

- ¿Por qué mentimos sobre su muerte? en palabras de mi general quien creó toda la historia, lo hizo para: entusiasmar las tropas, atemorizar los enemigos y dar la mas alta idea de los militares granadinos. (3) -Mientras pienso en lo que me dice Sebastián me doy cuenta de que me ha dicho que me ama...

- Me... Me...

- Si, te dije que te amo y que siempre has tenido que ser tú, la mujer que no ha dudado jamás en apoyarme y seguirme, incluso en esta travesía marcada por las dificultades, la adversidad y por encima de todo la incertidumbre...-No lo dejo terminar, me arrojo a sus brazos y lo beso como siempre he querido, con todo mi amor. Me pierdo en el beso más apasionado que me hayan dado, aunque la verdad es que es la primera vez que alguien me besa y es mucho mejor que lo que jamás haya soñado. Este beso me hace saber que no importa lo que pase mañana, cuales sean las barreras, retos y adversidades que tengamos que vencer, porque lo haré al lado de mi amado.


Nickole Naihaus L



(1) Michael de Montaigne.

(2) Aquí estoy parafraseando un pasaje donde Bolívar cuenta a Delacroix el hecho en sus propias palabras: "Ricaute, otro militar granadino, figura en la historia como un martir voluntario de la libertad; como un héroe que sacrifico su vida p'a salvar la de sus compañeros, y sembrar el espanto en medio de sus enemigos; pero su muerte no fue como aparece: no se hizo saltar con un barril de pólvora en la casa de San Mateo, que había defendido con valor: yo soy el autor del cuento; lo hize p'a. entusiasmar mis soldados, p'a. atemorizar á los enemigos y dar la mas alta idea de los militares granadinos. Ricaute murio el 25 de Mzo. del año 14, en la bajada de San Mateo retirandose con los suyos; murio de un balazo y un lanzazo, y lo encontré en dha. bajada tendido boca ahajo, ya muerto y las espaldas quemadas por el sol”. - Perú Delacroix.  Diario de Bucaramanga.   Mes de junio. Dia 5° (pagina 231)


Nickinaihaus

Nickole Naihans L

Nickole Naihaus L

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