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Gula

Actualizado: 21 nov 2020



Estoy escondida en la mesa más lejana de la pista de baile, casi al lado del mar, es más, estoy segura de que si estiro un poco mi pierna izquierda, puedo tocarlo con la punta de los dedos de mis pies. La brisa me acaricia la cara, mientras oigo las olas golpear en la arena al ritmo de a música que suena de fondo. Las personas disfrutan de la fiesta, algunos bailan, otros charlan, mis padres disfrutan con algunos invitados y yo, bueno yo he aprovechado este lugar, que es el menos iluminado de entre todas las mesas, para esconderme de todos los invitados y familiares, para poder disfrutar de un momento para mí y mi comida.

Reviso mi plato de manera minuciosa, con la felicidad de saber que he logrado recuperar del buffet lo más rico de cada mesa y cada fuente, lo he dividido en tres platos, uno de pasabocas fríos, donde hay: piezas de sushi, algunos pequeños sanduchitos de salmón con queso crema, unos pastelitos de jamón y unas tapitas griegas con aceitunas, crema agria y queso feta. Otro con las piezas calientes, dentro de las que pude tomar: unos Yakitoris de pollo (pinchos de pollo, preparados de forma japonesa), unas empanaditas gourmet, no tengo muy claro de qué están rellenas, pero se veían deliciosas y otros pinchitos de cordero con crema agria. Por último pero no menos importante, está el plato de dulces y postres, en él pude rescatar: unas tartaletas de chocolate negro y otras de frambuesa, un volcán de chocolate relleno de lava de chocolate blanco, y unas trufas de chocolate rellenas de menta. Como ven soy una adicta al chocolate.


Tuve que sortear más de un obstáculo para lograr mi objetivo, entre las fotos para la posteridad, los invitados, los discursos, las felicitaciones, la partida del bizcocho, el cual a esta hora no he podido probar ni un trozo, más fotos y sino estoy mal, también apareceremos en un video. Durante el discurso del padrino, tuve que idear una estrategia para poder poder mezclarme entre las personas, pasear entre las mesas de pasabocas y rescatar estos pequeños tesoros de mis platos, todo esto sin pasar advertida entre los conocidos. Una vez pude recolectar mi tesoro, tuve que encontrar el lugar más aislado de la fiesta y menos visible para poder disfrutarlo en un ambiente íntimo, como se deben disfrutar todos los placeres y algunos pecados.

Justo en el momento en el que voy a degustar el primer bocado de mi plato frio, oigo a alguien cercano a mi corazón pronunciar mi nombre con cariño, escucho su voz provenir desde mi costado derecho, algo que me reconforta, porque no quiero compartir mi plato de matrimonio con Poseidón.

- Me podrías aclarar, ¿por qué y de quién te estás escondiendo en esta mesa aislada de nuestros invitados? -Me dice mi esposo, una palabra que me llena de emoción pronunciar, porque si de algo estoy segura es que, si yo fui hecha de una costilla, fue de la costilla de mi esposo.

- Tan pronto como tú me aclares, ¿Por qué invitamos a tantas personas? -Le digo, haciéndome con el primer pastelito de salmón y queso, el cual está delicioso, el salmón además de fresco, ha logrado combinar su sabor con el del queso de manera perfecta, acariciando mis papilas gustativas.

- No sabría por dónde empezar, algo nos pasó entre el ¿quieres caminar a mi lado el resto de mi vida? y el sí quiero. Creo que en todas las culturas le dicen familia. -Me dice sentándose a mi lado y dejando algo escondido en el asiento del lado.

- ¿Por qué tenemos tanta familia? -Le pregunto mientras disfruto de otro pastelito.

- Porque somos muy cariñosos. -Me dice mientras trata de meter sus deditos en mi plato, acción que paró con un golpecito en su mano.

- Neee, no recuerdo haber dicho algún voto que involucrara el pecar a tu lado.

- ¿Pecar?

- ¡La gula!, sé que dijimos en la salud, en la enfermedad, hasta que la muerte nos separe.

- La gula ¿no es acaso una enfermedad? -Dice atacando de nuevo el plato.

- ¡No!, es un pecado.

- Entendiendo, pero creo que estás olvidando que prometimos caminar juntos el resto de nuestras vidas, por lo que es mi deber como esposo acompañarte hasta el infierno, así sea uniéndome a ti como pecador. -Y en un movimiento digno de jugador de la NBA, coge uno de los pastelitos del plato frio y se lo come o debería decir, lo encesta en su boca de manera magistral.

- No te preocupes, los votos solo decían hasta que la muerte nos separe, no había un más allá en la ecuación, es decir que Caronte no nos va a pedir un tiquete para dos. -Le digo tras alejar mi plato de sus deditos.

- Ah, pero es que yo no puedo separarme de mi costilla. -Me dice abalanzándose sobre el plato en donde se encuentran las empanaditas.

- Sabía que algún día mi romanticismo me iba a pasar la factura. -Le digo en tono de reproche.

-Además, si tu no hubieras querido mi compañía en el infierno, no habrías incluido dos porciones de cada uno de los pasabocas escogidos. -Me dice cogiendo otro pastelito y degustándolo frente a mis ojos, los cuales deben tener una expresión de extrañeza.

- ¡Oh!, pero… -Primero, no me había dado cuenta de que en efecto escogí dos porciones de cada pasabocas y segundo, no encuentro un argumento que pueda rebatir el suyo.

- En el amor, como en la gula, el placer es una cuestión de máxima precisión. (Italo Calvino).-Dicho esto, me pone enfrente un plato con un pedazo grande de nuestro pastel de matrimonio.


Fotos:

1. Archivo personal.

2. https://cocinaycomparte.com/recetas/yakitoris-de-pollo

3. https://sp.depositphotos.com/stock-photos/pasteles.html

4. Archivo personal.

Nickole Naihans L

Nickole Naihaus L

Nickinaihaus

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