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Calcetín rojo

Actualizado: 21 nov 2020


Aun no puedo creer que todo comenzó, con un calcetín rojo!!


Joder!!! que fue ese golpe… Me levanto de la cama, porque estoy seguro de que lo que oí, fue el sonido de algo caer con fuerza en el apartamento. Mientras recorro con la mirada mi cuarto, buscando el objeto en cuestión, ese que estoy seguro de haber oido que se caía o mejor, el golpe de ese algo contra una superficie... que imbécil, ni que estuviera en clase frente a mis estudiantes. Como no veo nada, no me queda otra que salir de la cama y buscarlo en el apartamento.

Mierd…!! porque tendré la mala costumbre de dejar todo regado por el piso!!!!! ay!! que dolor!!!… bueno al menos ya sé donde deje las llaves del carro, aunque estoy seguro de que el sonido no pudo venir de algo tan pequeño al caer. Reviso mi cuarto por última vez y puedo constatar que como de costumbre, está hecho un desastre y la verdad es que no encuentro nada, lo que no es algo inusual, pero lo que quiero decir en esta oportunidad, es que no encuentro algún objeto con la apariencia de haberse caído.

Voy a la habitación de Martín, porque algo me dice que el idiota se cayó otra vez borracho de la cama, pero me equivoco, aunque sé de primera mano que llegó pasado de tragos, no se ha caído de la cama, de hecho está dormido y no sobra decir que muy bien acompañado.

Después de esta breve e infructuosa investigación, decido que es muy temprano para andar resolviendo misterios y más cuando el estomago no me ha parado de sonar del hambre.

Mientras me dirijo a la cocina, rezando porque Martín haya hecho mercado, miro a la ventana de la sala y alcanzo a ver por el rabo del ojo, un objeto que desciende desde el piso de arriba.

Que mañana más extraña estoy teniendo, qué es eso??, aunque me muero de hambre, la curiosidad le gana la partida al estómago, por lo que me acerco a mirar y no me puedo creer que lo que ven mis ojos, es un gancho de ropa descendiendo de la ventana del piso de arriba. Tratando de entender lo que está pasando, abro la ventana y levanto la mirada para ver quien es el dueño de ese gancho y puedo decir con plena seguridad, de que nada me pudo haber preparado para lo que mis ojos encontraron... Los pechos más hermosos que haya visto en mi vida y miren que veo muchos, no olviden que soy profesor universitario, los veo grandes y casi al descubierto cuando estoy en parciales, pequeños y bien cubiertos en ropa exquisita de estudiantes brillantes, pero esa no es la cuestión, en donde iba… ¡ah si!, de quien son estas preciosidades que piden mi atención.


- Idiota!!! será posible que me dejes de mirar el pecho y me ayudes? - me dice una mujer con una ropa interior exquisita, que lo único que provoca es quitarla.

- Perdona? -Es que por andarle mirando las … bueno ya saben, no sé muy bien de que me está hablando.

- Mi calcetín rojo. -me dice algo sobrepasada por la situación, por no decir que con un tono que me deja entender que tiene unas ganas inmensas de arrancarme la cabeza.

- No lo traes puesto. -Para ser tan preciosa, parece que aun no se ha despertado del todo, porque aunque no me di cuenta al comienzo, ahora que la repaso sus deliciosas piernas con los ojos, puedo constatar que además de estar tonificadas y perfectas para rodear mi cintura, están desnudas para mi deleite.

- Pendejo, obvio que no lo traigo puesto. Hablo del compañero del que tengo en la mano, ese que se me cayó en tu balcón. -me dice señalando mis pies. Una vez miro en dirección donde me ha señalado, puedo ver que en efecto hay una mancha roja en el suelo de mi balcón, que por su color podría ser sangre, pero al parecer es un calcetín.

- Hola??? - me dice mi vecina. Al parecer me estoy demorando mucho en procesar la información que está belleza me está entregando, porque impaciente me dice -me lo pasas por favor. -la tentación de hacerla rabiar, es demasiada como para dejarlo estar.

- Oh! al parecer la señorita tiene modales, guardados, pero los tienes. -al ver que no me ha entendido, le explico -lo digo porque dejaste de lado el pendejo y el idiota, para reemplazarlos por un muy cordial por favor, el cual no sobra decir va a acompañado por la primera sonrisa que te veo, desde que me mi mirada se encontró esta mañana contigo. -si antes estaba al límite, ahora está verde de la ira, sólo me queda esperar que se empiece a salir por la ropa como Lou Ferrigno en la serie del "Hombre Increíble". Voto para que la primera prenda que se le rompa sea el brasier.

- Mira, la verdad es que yo ya estaba arreglándomelas sola antes de que llegaras, así que, si no me puedes o quieres ayudar, no te preocupes, entra a hacer lo que sea que estabas haciendo y yo continuo con mi misión rescate.

- Planeabas rescatar los calcetines con un gancho?

- El calcetín, estás un poquito espeso esta mañana no?

- La verdad es que no estoy acostumbrado a que calcetines en apuros, me levanten tan temprano en la mañana. Por cierto que tiene por dentro, hierro?

- ¿De qué me estás hablando?

- Lo digo por el golpe, sonó como si se cayera… -la mujer no me deja terminar.

- Eso fue la planta del Ogro del quinto.

- Ogro del quinto?

- El gordo que siempre cierra la puerta del asensor para que nadie se suba con él. -ese malnacido me cerro un día la puerta en el cuerpo. Asiento para que sepa que conozco al personaje.

- Bueno, la planta que colgaba del balcón, se cayó al andén por su peso y en la caída tumbo el calcetín de mi balcón.

- Que estaba en tu balcón porque?

- Porque es mío? y lo estaba secando a la luz del sol... el caso es que en vez de caer a la calle como la planta, dio a parar en tu balcón.

- Sigo sin entender.

- El ruido se produjo cuando la matera rebotó en tu baranda y terminó por estrellarse en el piso. -como no digo nada ante su explicación, me pregunta.

- Satisfecho con la explicación, necesitas saber algo más, será posible que me dejes terminar con mi misión?

- Quedé satisfecho con la explicación, necesito saber tu nombre, a qué te dedicas, porque no te he visto antes y si quieres tomar un café que nos lleve a conocernos mejor y terminar compartiendo el mismo balcón. Y por último, no, no creo que pueda dejarte terminar tu misión.

- Disculpa. -me dice realmente confundida con mi respuesta, elemento que aprovecho a mi favor.

- Te disculpo, entiendo que estás pasando por una situación traumática y eso puede generar este tipo de respuestas agresivas.

- ¿Agresivas?

- Vas a repetir todo lo que te digo? -mi pregunta le molesta, o al menos eso creo leer en los ojos avellanas de mi futura esposa.

- No voy a repetir todo lo que dices, de hecho sólo lo que yo digo, porque al parecer tienes un problema de comprensión. Me permites terminar mi misión de rescate, por favor. -Esta vez me lo dice tratando de sonar lo más agradable que puede.

- Me estás diciendo que estás planeando rescatar tus, perdón tu calcetín con un gancho de ropa?

- No planeo, como te dije antes, lo estaba haciendo.

- Con muy poco tino, no sobra mencionar.

- ¿No nos estábamos despidiendo? -si la tuviera cerca seguro ya me habría arrancado la cabeza o en su defecto las pelotas, seguro que la segunda.

- Fue un encanto conocerte. -le digo sonriéndole, dejándola creer que ha ganado la batalla, lo que no sabe es que la guerra la tiene perdidísima, porque tengo la seguridad de que esas piernas estarán en poco tiempo rodeando mi cintura, mientras bueno… a buen entendedor, pocas palabras.

- No nos conocemos. -me dice para imponer una distancia, porque sabe que es mi presa, no puedo creer que haya pensado esa pendejada.

- Es una pena, pero puedo decirte que tus, bueno que tu sola presencia ya me alegro la mañana. -hay que mostrarse encantador.

- Lo puedo ver desde acá. -me dice mirándome la entrepierna, algo que no necesariamente se debe a esas preciosidades, recordemos que me acabo de despertar, a quién trato de engañar, es por esas preciosidades que tengo una tienda de campaña en la pijama.

- Bueno, de nuevo fue un placer. -le repito, no sin antes agacharme a coger el calcetín y entrar a mi casa, ante la atenta y atónita mirada de mi vecina. A quien oigo gritarme no sé cosas que desde su balcón.


Pero que co… otro golpe?, lo sé, ha pasado un tiempo desde el golpe de suerte con mi vecina, disculpen no haberles hablado antes, pero es que he estado... ocupado.

Se están preguntando cómo terminó aquel encuentro? la pierna que está cubierta por un calcetín rojo y que en estos momentos rodea mi cintura, les podrá dar una idea. Lo dudaron? La guerra la tenía ganada, por eso, está vez, que sea Martín quien se levante y rescate un calcetín rojo en apuros.


Nickole Naihaus L


Nickole Naihans L

Nickinaihaus

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