Aunque digan que en tiempos de guerra cualquier hueco es trinchera, en estos momentos en los que nos estamos jugando la libertad, no podemos dejar las cosas al azar, es por eso que con la mayor discreción, una vez supe con mi marido que el ejército de liberación comandado por Simón Bolivar, tomé la iniciativa y busque una forma de reunirme con ellos, con la intensión de averiguar ¿Cómo podía colaborar a la causa?, para lo que mi esposo uso todas sus influencias para arreglar un encuentro.
Al llegar donde estaban reguardados, pude apreciar de primera mano la desesperada que es la situación, repaso con la mirada los hombres y puedo ver que están vestidos con ropas ligeras, como personas que vienen de la costa, están sucias, algunas mojadas, la mayoría rotas, los menos afortunados están casi en cueros, mientras repaso las tropas, me encuentro con la mirada del comandante Simón Bolivar, quien me hace un gesto para que hablemos en un lugar más discreto.
Mientras me dirijo donde me ha indicado, puedo ver que en su ejército, todos están desprovistos de prendas que los protejan del frio que hace en Boyacá(1) y sus al rededores, para quienes no lo sepan estamos hablando de una temperatura entre los cinco y los diez grados. Veo a mi marido hablar con algunos de los comandantes, mientras salgo del recinto, una vez al aire libre con la luna y las estrellas como testigos le pregunto:
- ¿Quiere usted explicarme porque están todos casi desnudos? -Le pregunto al comandante.
- Disculpe bella dama, entiendo que no estamos vestidos de manera apropiada para estar frente a una señora. -Me dice con una media sonrisa.
- Déjese usted de majaderías y explíqueme la poca protección para el frio que tienen usted y su ejercito. -Le respondo irritada por el rumbo que le estaba dando el comandante a la conversación.
- Olvida usted Doña Juana Velasco de Gallo, que venimos del Casanare, una tierra caliente, en donde nos era imposible pelear como ropa más abrigada, además de que hemos tenido que cruzar una cordillera en donde, hemos perdido no sólo los caballos y la ropa, sino a mucho hombres valientes. -Esa reflexión hace que me avergüence un poco por el tono de mi pregunta, además de la impertinencia de la misma.
- Disculpe usted la irreverencia, ignorancia y desconsideración que he mostrado con mi interrogante. -Le digo avergonzada.
- Si de algo carece usted es de ser desconsiderada, el que nos haya enviado a sus tres hijos a reforzar nuestro ejército, quienes además traían once caballos de su propiedad, cargados de víveres y ropa, lo demuestra. La realidad, es que la libertad nos ha resultado esquiva y la lucha por la misma, el clima, el terreno, los realistas todo se ha confabulado en nuestra contra. -Me dice cansado.
- Comandante jamás vuelva a dejar que su espíritu se sienta derrotado, recuerde ese proverbio samurai japonés "No hable mal de usted mismo. Porque el guerrero que está dentro de ti escuchará tus palabras y se debilitará por ellas" -Le digo con convicción, no quiero que el hombre que comandará el destino de mis hijos, se sienta derrotado.
- Perdone tiene usted razón, no en vano alguna vez dije "Sí la naturaleza se opone, lucharemos contra ella y haremos que nos obedezca”.
-Ese es el espíritu, ahora debemos enfocamos en lo importante.
- ¿Qué es?
- Vestirlos para que puedan resistir el frio. -Oímos un ruido y nos ocultamos un poco en la sobra, mientras vemos como otros hombres se ponen en guardia, y a los comandantes resguardar a mi marido y algunos simpatizantes de la causa, las cosas no están para arriesgarse. Pasan unos segundos y al reconocer que el ruido viene de los patriotas, continuamos la conversación.
- Y ¿cómo planea hacer usted eso?
- Sabe usted que no soy muy popular entre algunas mujeres ¿verdad?
- Tontas ellas. -Me dice.
- Esa no era la cuestión, como no era muy popular aprendí a coser, de hecho las prendas que trajeron mis hijos los hice yo. -Mi declaración lo sorprende.
- Somos miles.
- Soy una mujer con recursos, ahora si me permite es importante protegerlo a usted a toda costa, por eso se quedará en la casa de un amigo de mi esposo, Jerónimo Holguín y cabalgará a partir de ahora a "El Muchacho".
- ¿"El Muchacho"?
- Mi caballo, ahora por favor parta usted a donde Jerónimo.
- Señora pero debe entender... -No lo dejo terminar porque le digo:
- Que usted debe estar a salvo, lo entiendo, por eso se quedará donde le dije. -Y me despido con una reverencia antes de que me replique.
- Si no estuviera casada, me robaría a una joya tan valiosa como es usted. -Le interrumpe el comandante para dirigirse a mi en un tono más alto.
- Si soy una joya valiosa, cree usted que me dejaría robar. -Le digo, mientras veo como se acerca a nosotros el general Francisco de Paula Santander, me saluda con una reverencia, mientras me alejo le oigo decir:
- Ella es rara, con razón Misaelina y las mujeres del pueblo no la quieren. -El general se ve interrumpido por mi esposo, quien le dice.
- En efecto mi esposa es una mujer poco común, o como diría usted rara, es por eso que las personas del común sólo pueden valorarla individualmente y no la pueden entender cuando están en un grupo, como es el caso de la mujer que usted menciona, quien por su simpleza jamás podrá ser amada y mucho menos admirada. -Le oigo decir, mientras se acerca para brindarme abrigo con su chaqueta.
- Tiene usted una mujer maravillosa a su lado.
- Tengo a una mujer valiente, un héroe. -Dice mi marido con orgullo.
- De la Patria. -Continua el libertador.
- Y de mi corazón. -Dice dejando a todos con la boca abierta, ni que decir cuando a toda prisa, en compañía de las mujeres insurgentes, y los sastres tunjanos, se dedicaron a coser las 2.000 camisas en un solo día.
Nickole Naihaus
Nickole Naihans
Nickinaihaus
P.D. Me tomé una pequeña licencia histórica, pues en realidad no se tiene registro de que las conversaciones de Bolivar, Doña Juana Velasco de Gallo o la participación de su marido.
P.D. (2) Quiero aclarar que es una historia de ficción producto de la creatividad mía, no pretende otra cosa queentretener al lector. Aunque si está basada en hechos históricos de Doña Juana Velasco.
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(1) Boyacá: Es uno de los treinta y dos departamentos que, junto con Bogotá, Distrito Capital, forman la República de Colombia.
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